INTEGRACIÓN LOGÍSTICA PÚBLICA Y PRIVADA EN TIEMPOS DE CRISIS
Por: Felipe Manchón. Ingeniero civil. Consultor especialista en Plataformas Logísticas, transporte, territorio y estrategia logística.
Tras las crisis del 9/11 y colapso financiero del 2008, el sector privado de la logística revisó y actualizó sus planteamientos poniendo en valor que los criterios de configuración de sus cadenas de suministro no podían limitarse sólo a una optimización de tiempos y costos, sino que debían también integrar los factores de seguridad, resiliencia y redundancia. Estas nuevas capacidades están siendo puestas a prueba tras aflorar a nivel mundial una nueva crisis como la pandemia del coronavirus.
Pero la logística pública, que gestiona infraestructuras, fiscalizaciones y regulaciones, no ha seguido ese mismo rumbo. Es cierto que ningún gobierno del mundo está preparado para hacer frente a una crisis de esta dimensión, especialmente cuando la “curva de afectados” empieza a ponerse vertical. Pero también se está poniendo de manifiesto la importancia crítica de la gestión logística pública, de la necesidad de prevenir cuando ello sea posible, y en su capacidad de dirigir la reacción cuando la situación empeore.
La logística pública adolece, en general, de muchas limitaciones. Está excesivamente sectorizada y frecuentemente muy burocratizada. Atiende exclusivamente a “procedimientos” en muchos casos, a regulaciones, sin una visión de conjunto, sin una implicación por la eficacia y resultados. La logística pública no tiene casi experiencia acumulada en crisis; sí en logística de catástrofes, pero en ámbitos y momentos muy puntuales, y no fácilmente extrapolable para nuestra pandemia actual. Incluso el sector de logística militar, actor imprescindible como “profesionales de crisis”, no parece estar totalmente preparado específicamente para una pandemia de estas características.
La respuesta logística de las grandes empresas, en general, está siendo satisfactoria. Amazon está reforzándola, y por ejemplo una empresa como Inditex-Zara está contribuyendo a la distribución general en España de forma admirable. Pero ahí no termina el problema. Hay mucha población y mucho territorio por cubrir, y por lo tanto infinidad de “otras logísticas” imprescindibles para el abastecimiento generalizado.
Aunque parezca obvio, es necesario sentar el principio de la necesidad de implantar un modelo de gestión logística de crisis público-privado, de “gobernanza colaborativa”, de relaciones horizontales bajo la imprescindible dirección pública, evitando enfrentamientos y burocracias, en el que el sector público articule tanto los recursos propios como las ayudas necesarias privadas, aplicando prácticas como la previsión y resolución de los cuellos de botella. Y el sector privado a su vez, ha de presentar y resolver, desde una óptica no corporativista, sus necesidades, y ofrecer sus recursos y capacidades incluyendo la de sus mejores profesionales, a la resolución del abastecimiento.
Por ejemplo, nos llegan noticias de Panamá en donde, sin duda facilitados por la dimensión y la cercanía, funcionan razonablemente bien comités frecuentes de consultas del gobierno a sectores afectados y a expertos. Es un modelo ágil y práctico de “gobernanza de crisis”, fuera de rígidas burocracias, para transmitir de forma muy rápida problemas y soluciones entre ambos mundos, y que incluye las fuerzas de orden público y militar.
Las iniciativas pueden ser muy numerosas. Desde desbloquear aspectos burocráticos que entorpecen innecesariamente la fluidez de las cadenas de abastecimiento en momentos críticos como éstos (como puede ser el problema de la carga aérea, tal como recientemente se ha manifestado en Madrid), hasta la reconversión o reorientación de flotas y medios de transporte, o el intercambio de experiencias con otros países y la protección de los transportistas, también actores e incluso “héroes” populares en estos momentos, que están mereciendo homenajes sociales como en el caso de Alemania.
Estamos ante la necesidad y oportunidad de alumbrar embriones de “gobernanza logística colaborativa público-privada”, rompiendo corsés con modelos ágiles, que puedan consolidarse al día después, y saliendo de la crisis con un sistema logístico general fortalecido.
Finalmente, hay que mencionar un componente básico de la solución: la tecnología y sistemas inteligentes. Pero no solamente tecnología privada, que ya se está movilizando, sino también la pública y sobre todo la colaborativa público-privada (Port & Cargo Community System y otros sistemas). Es el momento de hacer un gran esfuerzo tecnológico en este campo colaborativo, y no solo en los grandes sistemas que afectan a puertos, aeropuertos y grandes ejes, sino también a pequeños sistemas de aplicación práctica de colectivos sociales, que facilite la distribución y problemas capilares (Smart Cities). Hay muchísimo que aportar en este terreno. Y desde aquí hacemos también un llamamiento de colaboración a los profesionales y empresas tecnológicas a sumarse a este gran esfuerzo colectivo.
Una buena introduccion al tema